Autora: Rainbow Rowell
Año: 2011
Páginas: 453
Sello editorial: Alfaguara (Penguin Random House)
Corre el año 1999, nuestro
protagonista se llama Lincoln y es un joven adulto que egresa de la universidad
recibido y con varios masters en computación, ahora regresa a su ciudad natal y
vive con su madre en lo que busca empleo, y lo consigue: de técnico informático
nocturno en el periódico local. La paga es realmente buena, aunque las tareas
son escasas, algo que lo decepciona porque él se imaginaba creando cortafuegos
y antivirus en una gran empresa.
Sus escasas actividades consisten
en estar pendiente de si alguna PC se avería en el turno de la noche, y de
estar pendiente del filtro de mails, que se activa cuando alguien usa el mail
para asuntos indebidos o personales. Lo cual lleva a Lincoln a leer los mails
de sus compañeros que activan la alarma y advertirles que no lo sigan haciendo.
Algo bastante distante de la “acción”
que se esperaba…
Sin embargo, algo dispara la
alarma del filtro de palabras, una cadena de mails entre dos compañeras de
trabajo, Beth y Jennifer se dedican a hablar de su día a día, de sus problemas
amorosos y familiares, de sus miedos y de sus necesidades. Lincoln debería
advertirles que dejen de usar el correo de la empresa para asuntos personales,
pero hay algo que lo detiene… si bien no las conoce personalmente, lo que lee
de ellas hace que le caigan bien.
¿Hasta qué punto es correcto leer
mails ajenos? Eso es lo que se pregunta constantemente nuestro protagonista
aunque sea su deber en la empresa. Pero al no advertirles a Beth y Jennifer, ellas
se siguen enviando mails cada vez más personales, con sus dilemas de sus vidas.
Y Lincoln que trabaja sólo y se aburre sin nada que hacer en todo el horario de trabajo
encuentra esto como su único entretenimiento, aunque se cuestione su moralidad.
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Fuente |
Hay algo que todos tenemos
adentro que es la vieja chusma de la
cuadra, así que comprendo a Lincoln en su necesidad de saber “cómo sigue la historia”. Ni siquiera
sabe quiénes son, nunca las ha visto porque trabajan a contra turno, pero de a
poco irá despertando la curiosidad de descubrir quiénes son las protagonistas
de las historias.
Pero obviamente esta es una historia romántica, por algo salió elegido
como el libro del mes del Romance en el
#ClubdelecturaUY, así es que Lincoln deberá afrontar sus dilemas amorosos y
personales, así como las protagonistas de los mails.
Abordando más en análisis a los
personajes resulta impresionante cómo los personajes femeninos resultan ser los
dominantes, por motivos de salud no pude asistir a la última reunión del club,
pero me comentaron que una amiga (Ary si estás leyendo esto tenés la posta) vio
que todos los personajes femeninos representan
de algún modo a las madres. Mi primera impresión fue de horror, pero luego
caí en la cuenta de que tiene razón. Me encontraba demasiada implicada en la
historia al punto de sentirme identificada como con 3 personajes diferentes
según las situaciones que vivían, pero al lograr apartarme y ver toda la
historia desde “afuera” comencé a
notar lo que quiso decir esta amiga:
Todas las figuras femeninas
representan de una u otra manera el rol
de madre, sea que el personaje tiene hijos reales o metafóricos, adoptando
el rol de madres protectoras o guías que aconsejan y rumbean a los personajes
masculinos; estos por su parte, figuran como jóvenes inmaduros e inseguros que
precisan que continuamente que ellas los vayan empujando. Por un lado me exaspera
esta conceptualización de la mujer, mismo la situación que vive Jennifer me
indignó y me llenó de rabia, ya que tenía que verse forzada a cumplir con un
rol de madre aunque ella no lo quisiera para darles el gusto a quienes la
rodeaban; me molesta muchísimo que no se pueda ver a la mujer en otro rol que
no sea este, como si una no cumple con esa norma social no eres una mujer
completa, y no es así. A esto le
agrego la disputa constante que hay entre hijos y madres, el choque generacional (que
se ve incluso entre los técnicos informáticos ante el efecto 2000), y la
necesidad de control de algunas de estas “madres”
contra la necesidad de independencia de sus hijos.
Más allá que parece que esto me llenó de rabia, el hecho de que me
pudiera identificar con distintas situaciones que me encolerizaran y que
llegara a meterme en la piel de uno de los personajes lo encuentro sumamente
destacable. Rowell logra crear
personajes reales y uno puede sentirse representado en algún punto de la
historia.
Quizás la historia pasando la
mitad se vuelva intimidante por las actitudes de un par de personajes y su
cierre sea como: “hay que terminar esto
de algún modo así que forcemos la situación”. Pero incluso con todas esas
cosas que uno se cuestionaría el libro uno
lo lee con mucha facilidad y lo devora. Hay algo mágico en la escritura de
Rowell y es que en los tres libros que he leído de ella siempre me ha logrado enganchar de punta a punta; Y por más que
este no sea el mejor libro que leí de ella (por lejos tengo allá arriba Fangirl y Moriré besando a Simon Snow) me pareció una historia para mover los
cimientos de todos los jóvenes adultos que nos encontramos en distintas
transiciones de la vida, enfrentando problemas familiares y anhelando cambios
para salir adelante, algo bastante inspirador.
Muchísimas gracias a Penguin
Random House por permitirme reseñar esta historia que me sacudió el piso, y
pueden encontrar más información de este y otros libros en su sitio web: Me gusta leer
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