Autora: Helen Velando
Año: 2016
Páginas: 303
Sello editorial: Loqueleo
(Santillana)
Hace unos meses con Sofía (Erial)
decidimos homenajear a una autora uruguaya muy querida, Helen Velando,
dedicándole un #HelenThursday; en esa oportunidad ella reseñó a “La Trapecista”,
y yo reseñé a “La Isla de los vientos prohibidos”. Ahora decidimos intercambiar
esos libros por lo que pueden encontrar su reseña de La Isla de los Vientos aquí.
La trapecista solitaria nos cuenta la historia de Noiré. Ella es
una joven asistente del circo Teleschenko
desde que una tarde fue encontrada en una zanja por el director del circo:
Zamir Teleschenko. Los miembros del circo no lo saben pero su pasado es amargo
y ella aún sufre por eso; así se demuestra en sus recuerdos de agonía, de
cuando ella era una hermosa trapecista en un famoso circo y que tras una
terrible caída nunca se pudo reponer de su
miedo y su decepción.
Zamir, el director del circo
también tendrá su historia, y es que él no siempre fue un sujeto malhumorado y
temido por todos como lo es ahora; cuando era joven tenía una familia que amaba
pero tras una traición de su hermano gemelo que le robó su más preciado tesoro,
se alejó de todos y siguió su propio camino lleno de odio y rencor.
La historia de esta obra nos
intenta transmitir continuamente un mensaje, y es cómo una madeja antigua de sentimientos y situaciones dolorosas puede
repercutir en cada uno. Constantemente se nos está remarcando esto,
llevándonos a tener nuestras propias conclusiones de cada situación, hasta que
finalmente los propios personajes llegan a aprender
a aceptarlos y seguir adelante con sus vidas.
“La muchacha decidió
limpiar su tienda, quería aprovechar que había salido el sol y aunque el día
era muy frío deseaba ventilar todos los rincones (…); en realidad estaba
ventilando todos esos días de tristeza.” Pág. 177-178
Algo curioso de esta obra es que
se encuentra en el mismo universo que el de “La Isla de los vientos”, incluso
se podría decir que presentan estructuras similares: En ambos libros tenemos a
personajes que huyen contrariados de sus hogares, está la recurrente
presentación y desaparición del circo y la aparición sorpresiva de los vientos,
y tenemos también resoluciones semejantes. Sin embargo, en La Isla tenemos una
gran dosis de realismo mágico que nos maravilla con el relato, pero aquí pasa a
un segundo plano y se centra en la psicología de los personajes; incluso
algunos de los artistas del circo toman el rol de psicólogos, cuestionando y
enfrentando a los contrariados protagonistas con sus problemas.
“El niño le sonrió
muy contento y le respondió algo que a ella se le quedaría para siempre grabado
en el alma:
- Los obstáculos no
son importantes, lo único que hace es no creer en ellos.” Pág. 123
El libro se siente melancólico, como la lluvia constante que armoniza con
las lágrimas de la protagonista, pero aun así es maravilloso el mensaje que
transmite. En general creo que es una obra magnifica para leer tranquilamente y
saborear cada situación, cada espectáculo de circo, y cada resolución emocional
de sus artistas. Nuevamente Helen hace de las suyas para meterse en nuestros
corazones y asombrarnos, y realmente me encantaría ver otra obra ambientada en
uno de esos lugares que se mencionan, ya sea en las tierras lejanas que parecen
ser salidas del oriente, en el tan mencionado desierto, o en tantos otros
lugares o personajes que tanto llaman la atención. Para mí es un libro que
fácilmente recomendaría pero que quizás por ese aire melancólico no les llegue a
todos por igual. Igualmente denle una oportunidad cuando sientan que es el
momento indicado y no se van a arrepentir.
Hermosas ilustraciones que acompañan al libro
de Lucía Franco
¡Muchas gracias a
Santillana por el ejemplar!
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