Este libro es un recopilado de
entrevistas que publicara Svetlana Alexiévich en el año 2005, tras lo que se
conociera como uno de los más famosos incidentes del siglo XX, la explosión del
reactor número 4 de la planta nuclear de Chernóbil.
Svetlana Alexiévich es una
periodista de origen Ucraniano que a lo largo de su vida ha realizado
diferentes libros de entrevistas que rondan distintos eventos bélicos y de
relevancia social de la época de la URSS, algunas de sus obras han sido llevadas
incluso a obras de teatro. Por estos libros reveladores fue galardonada con el
premio Nobel de literatura en el año 2015, y gracias a ello comenzó a editarse
sus obras al español.
En el caso de Voces Chernóbil, se
nos transporta a una Unión Soviética en el 26 de Abril de 1986, después de la
negligencia de unos operarios que realizaban sin conocimiento un experimento
que le costaría la vida a innumerables personas en lo que fuera Ucrania, Bielorusia, y Rusia. Esto se trató de una
contaminación nuclear que dio vuelta el globo, habiendo zonas en Europa
mayormente afectadas que otras debido a la nube radioactiva. Pero quién sabe si
la abundancia de enfermedades como la tiroides (que ahora es muy común), no
sean a causa de este siniestro del otro
lado del globo.
De CIA Factbook, Sting (vectorisation), MTruch
(English translation), Makeemlighter (English translation) -
http://www.lib.utexas.edu/maps/belarus.html, specifically
http://www.lib.utexas.edu/maps/commonwealth/chornobyl_radiation96.jpg and File:Tchernobyl_radiation_1996.svg
for the vector version, CC BY-SA 2.5,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2628661
Svetlana Alexiévich comenzó sus
entrevistas en Minsk, capital de Bielorusia, pero también se dirigió a la zona
misma, entrevistando a unas 500 personas en el correr de 10 años, pero con un
arduo trabajo de selección, transcripción, edición, que le llevó un total de 20
años.
Dentro de los relatos
encontraremos de todo, el terrible caso de los “liquidadores” quienes fueran
voluntarios y soldados que dieron su vida tapando la boca del destruido
reactor, ya que los robots no funcionaban por la gran radiación que los fundía,
además de hacer un extenuante trabajo de limpieza quilómetros alrededor de la
planta que iba desde enterrar la tierra dentro de la propia tierra, a enterrar
incluso plantaciones, animales de la zona y casas enteras. Todos estos sin los
elementos adecuados de trabajo y de protección sobre sus personas.
Y no solo ellos, también dentro de
las “historias de vida” encontramos los antiguos habitantes de las ciudades de
Pripyat y Chernóbil, y de las aldeas cercanas; las esposas, que se desvivían
por sus maridos y familias, sus hijos que padecían la enfermedad por la
contaminación de la zona y de sus propios padres al engendrarlos. Además de
políticos, académicos y científicos que a su modo intervinieron en la tragedia
luchando contra el gigante invisible de la radiación y un poder implacable de
la URSS que mantenía desinformada a la población.
La desinformación… que temible es
que hasta el día de hoy en Bielorusia este libro está prohibido. La
desinformación que se vivió en el gigante caído de la URSS le costó la vida a
numerosos habitantes de “la zona”. Algunos de los relatos cuentan como siguieron
con sus vidas normales, como iban a los multitudinarios festejos del 1º de
mayo, como decían “fue un incendio, ya se apagó”, y se calmaba a la gente
diciendo que “nuestros soldados” ya estaban trabajando. Un pueblo que estaba
instruido desde la infancia para la guerra, para luchar, para dar la vida por
su patria, he ir a la guerra llamada Chernóbil, ya que la gente solo podía
comparar aquel operativo militar con la guerra, algo que permaneció en sus ojos
por mucho tiempo con el asedio de Leningrado y la Guerra en Afganistán.
Se le echaba la culpa a
“occidente” mientras se vivía bajo la cortina de hierro, para buscar a algún
culpable que justificara la inoperancia de sus funcionarios, funcionarios que
ninguno de ellos era físico nuclear, y que haberlos los había dentro de la URSS;
como decía uno de los relatos “un mono jugando con una escopeta” parecía ser lo
que había sucedido.
Pero lo peor de la desinformación
es que se le decía a aquella gente que todo estaba bien, y que en Ucrania se
tardó una semana en evacuar y en Bielorusia simplemente se evitó hablar del
tema, fueron las consecuencias de la enfermedad. Los relatos de los enfermos y
sus cuidadores son estremecedores, mientras los soldados se veían como héroes
dando la vida por su patria, y las mujeres preferían vivir en la ignorancia y
no hacer caso de las medidas preventivas que más tarde les informaran (en
Ucrania), en tanto que los niños padecían todo aquello.
Por supuesto, había quienes
querían seguir las normas de seguridad, y que las seguían, pero también, que el
material de seguridad escaseaba, o simplemente no era el adecuado para la
impensable situación.
Había de todo en aquellas
historias, pero lo que acabo de hacer fue unir muchas piezas de un puzzle que
nos da la autora en las entrevistas, las entrevistas dan numerosos datos,
especialmente los de políticos, académicos y científicos que van más allá del
morbo que uno puede encontrar en las vivencias de quienes estuvieron de primera
mano en “la zona”, datos que indudablemente el gobierno quiso ocultar, o de los
que simplemente “no se habla”, como bien se menciona en varias partes. Esto es
un tema que afecta a todos por igual, por vergüenza, culpabilidad, temor de
hablar sobre lo prohibido, de lo que todos sabemos y compartimos pero es mejor
olvidar y hacer de cuenta que nada paso y que nuestras vidas son normales, como
si se intentara tapar el sol con un dedo.
Muchos relatos nos remueven por
dentro, pone a prueba nuestra empatía y nos lleva a reflexionar sobre sus
vivencias y el entorno socio-político de la época y del lugar. En más de una
ocasión terminé un relato y tuve que parar por unos minutos o dejar para seguir
leyendo en otro momento, ya que me llevaba a sentir y pensar la situación para
luego conjeturar sobre lo que acababa de leer.
Así me pasó con el cierre que
decidió usar la autora. Venia ya acostumbrada con el formato que le había dado
al libro que está dividido en tres partes de compilados, tres estilos distintos
de narración, y tras pasar un capitulo llamado “coro de niños” (compuesto de
numerosos relatos de niños y adolescentes), otro capítulo que sirve de cierre
con un relato desgarrador de una mujer que perdió al hombre de su vida (con un
duelo que no ha de superar), llegamos a una especie de “epilogo”. Un epilogo
que se siente como una cachetada a la sociedad misma, ya que transcribe una
propaganda de un periódico que habla sobre “el turismo nuclear”, lo cual juega
con esto del morbo, de lo desconocido, de cómo “occidente” que es el principal
cliente busca ver lo que pasó en la antigua URSS, en un dejo de cómo la
sociedad puede ser destruida por la propia humanidad, pero quizás también
queriendo transmitir algo de la búsqueda de información que tan oculta se
mantuvo.
Es un libro muy interesante, en
el cual si bien la autora guía las entrevistas ella no nos habla en ningún
momento, incluso borra casi todas sus preguntas aunque por el cambio de
dirección de las entrevistas o las respuestas que dan las personas sabemos que
están ahí; y tampoco no nos da mucho contexto, cosa a lo que le pego un pequeño
palito, ya que me hubiese interesado ver más de la metodología que empleó.
Para mi este tipo de libros
documentales es algo muy importante, más con lo poco que se habla del tema, lo
cual se ve reflejado en que para el 30 aniversario del siniestro se construyó un nuevo sarcófago que protege de la radiación al destruido reactor y nunca lo
vimos en las noticias, hay que googlearlo para poder enterarse y encontrarse
con fotos de turistas y sólo un video en alguna noticia perdida en la red.
Dado sus consecuencias, su
difusión es algo importante, y si gustan de interiorizarse en el tema, aunque
sea algo que ocurrió hace 30 años al otro lado del mundo, denle una
oportunidad, se encontrarán con relatos no sólo estremecedores, sino también
esclarecedores. Es un libro que te abre la cabeza, que te mete en las vidas
diarias de tantas personas distintas que vivieron el evento de tantas diversas
formas, y que mismo uno en la actualidad puede pensar en el 09/11 y decirse
“¿qué estaba haciendo yo en ese momento?” bueno aquí es igual, se hacen esa
pregunta y de ahí arrancan en un viaje de cómo sus vidas se trastocaron a
partir de ese evento.
Cómo plus les recomiendo un
documental español, que ya tiene algunos años también pero lo encuentran
fácilmente en youtube, que se llama: “La noche del fin del mundo”, dónde van a
encontrar un poco más de contexto a la situación y visualizar mejor los relatos
del libro aunque les advierto que es muy crudo de ver.
Muchas gracias a Penguin Random House por el ejemplar, pueden encontrar más información de este libro y otros libros
de la autora disponibles en español en su página web: “Me gusta leer”.
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