Natsume Souseki es uno de los
escritores más renombrados de la literatura japonesa, al punto de ser “Kokoro”
(publicado en 1914, una de sus últimas obras antes de morir) material de
lectura en las aulas de estudio en secundaria, o mismo figurar su rostro en los
billetes de 1000 yenes.
“Soy un Gato” fue su primera obra
y se publicó originalmente en una revista literaria llamada “Hototogisu” entre
los años 1905 y 1906, culminando en voluminoso tomo de 656 páginas (en la
edición en español).
En su relato se nos transporta a
la era Meiji, en los mismos años en los que Natsume escribió los cuentos que se
compilarían en este libro; fue una de época de grandes cambios en donde la
modernización se iba instalando mediante la occidentalización en un Japón
tradicional y acostumbrado a cerrarse a los extranjeros como la isla que es.
El narrador de esta historia es
un pequeño gato, quien nace en dicha época y es hurtado del lado de su madre
por un humano salvaje para intentar matarlo, pero el pequeño sobrevive a pesar
de ser abandonado a su suerte en un descampado, y bajo el frío del invierno
busca refugio llegando a una casa donde tras la insistencia es adoptado por el
“maestro”.
El maestro Kushami, si bien
adopta al pequeño, es un tipejo huraño, que no le gusta sociabilizar, pero que
aun así tiene un grupo pintoresco de amistades, y a pesar de su mal genio,
convive con sus visitas y su joven familia. Y el maestro, que es llamado así
por ser docente de secundaria, muy a lo contrario de lo que se pudiera pensar
no es un “viejo” sino que anda pasando los 30.
El gato, que no recibe ningún
nombre, comenzará comportándose como un gato, presentándonos a sus vecinos
gatunos lo cual servirá de introducción para conocer el vecindario, pero lo que
en realidad le interesará es el núcleo familiar y social de su maestro.
Por ello escribe la “monografía” sobre
los humanos que consistirá en casi toda la obra, donde comienza comparando su
raza con la humana, para luego centrarse en las extrañeces de sus costumbres,
divertirse con las trifulcas entre vecinos, y las peripecias que vive Kushami con sus amistades.
Es aquí cuando en el relato la
personalidad gatuna comienza a perderse más allá de un mero observador
participante, y comienza a cobrar una humanidad crítica, ya que pareciera que
el gato transforma su personalidad y pasa a ser el propio escritor. Esto se
debe a que el gato no es un felino cualquiera, es un gato ilustrado que sabe
leer, de hecho reconoce numerosos libros clásicos y más actuales; sabe de
historia, tanto japonesa, como en general asiática o inclusive europea. Y llega
al punto de convertirse en ciertos momentos en un narrador omnisciente que sabe
lo que su propio amo está pensando. Además de no perder la oportunidad de poner
como amistades del maestro a amistades que en realidad eran de Natsume, e
incluso nombrarse a sí mismo como un mal escritor.
Pero todo esto no quiere decir
que el libro sea malo, todo lo contrario; el libro brilla con reflexiones excepcionales,
con críticas a una realidad humana que se repite en malas costumbres hasta 100
años después de publicada la obra, además que parecen predecir los años en los
que ahora vivimos; la sátira destila momentos sumamente graciosos que nos
llevan a la risa, nos mantiene atrapados en los diálogos que estamos escuchando
“de primera mano” como si fuéramos el propio gato en el regazo del maestro, y este
nos va dando una visión paródica de este pequeño universo vecinal.
Si tiene algunos momentos donde
la reflexión se va de mambo y se torna un relato pesado, ya que a Natsume le
encanta irse por las ramas y termina hablando de bueyes perdidos. En más de una
ocasión comienza en medio de un dialogo, para luego comparar con algo que
ocurrió en la Grecia antigua, para finalmente realizar una reflexión filosófica
de gran extensión y recién después retornar a lo que importa. Esto se agudiza
por la mitad del libro, donde hay unos tres capítulos seguidos que resultan
tediosos, pero por suerte retorna la parodia con su humor de situaciones
disparatadas y vuelve a remontar el relato a un nivel disfrutable.
Por fortuna la edición de la
editorial española Impedimenta es sobresaliente, nos tira continuamente datos a pie de página para poder
reconocer todas las referencias que hace Natsume en medio de una especie de
bombardeo de información, incluso sobre datos puntuales que sirven de contexto
para el relato. Es como tener una Wikipedia a pie de página lo cual resulta de
gran ayuda, por no decir la belleza de tapas y sobrecubierta de papel semi corrugado del propio libro.
Sin dudas es un libro que
recomendaría para quienes quieran interiorizarse en la literatura clásica
japonesa, pero les advierto que se merece que se le dedique un buen tiempo de
lectura porque aunque sea un relato ágil, por el deleite de como escribe el
autor, puede tener sus altibajos. Sí me doy cuenta de que no es un libro para
todo el mundo, sólo se lo recomendaría para quien esté empapado en lo que es la
cultura japonesa, su humor y costumbres de antaño y actuales, ya que si no es
el caso difícilmente pueda captar el relato satírico que tiene en sus manos, ni
podrá apreciar el estilo, pudiéndole resultar un relato aburrido e
incomprensible (claro que esto no es absoluto y pueden haber sus excepciones). Así
que si gustas de la literatura japonesa, este clásico es un debe.
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