Partes anteriores sobre la
filmografía del estudio:
Llegamos a la última parte del
compilado de películas del estudio Ghibli, ya pasamos por dos topics
relacionados a los mundos mágicos del estudio (principalmente obras de
Miyazaki), y en la tercera parte nos adentramos al “otro” Ghibli, con algunas
de sus películas menos conocidas, con otro diseño de personajes y con historias
más traídas a nuestra realidad.
Corría el año 1999 cuando Isao
Takahata traería una producción bastante diferente de lo normal con “Mis
vecinos los Yamada” adaptación del manga de Hisaichi Ishii.
Tonari no Yamada-kun
La trama de esta película va
directamente por el día a día de una familia muy ruidosa, compuesta por el
padre trabajador, la preocupada madre ama de casa, la abuela, el adolescente,
la pequeña y un perro para completar la cuota de comedia.
A modo de una numerosa secuencia
de 4-komas, se nos relatará de una manera muy especial pequeñas historias
enfocadas en alguno de los familiares o determinadas situaciones que los
involucran a varios integrantes de la familia, o a la familia completa, tales
como olvidar que era lo que faltaba comprar, o quedarse dormido para ir al
trabajo, entre otras. En otras ocasiones se darán historias familiares más
extensas (de 5 a 10 minutos) como que la pequeña de la familia se pierda en un
centro comercial, o que los motoqueros del barrio molesten a los vecinos con
los ruidosos caños de escape.
El estilo rompe con los esquemas
del estudio, siendo la primera y única producción enteramente hecha por
computadora. El diseño es caricaturesco y simplista emulando al del manga,
alternando en momentos especiales con un diseño parecido sacado de un boceto.
La película, para lo que es en sí, resulta muy extensa llegando por momentos a
lo tedioso, puede que sea una película difícil de adaptarse a su ritmo, así
como no resulta para un público general, con la cotidianeidad del japonés
promedio, aunque sobre la segunda mitad se le va agarrando el gusto a algunas
de las historias… un 7/10 y un consejo: no la vean de corrido.
En el 2011 le tocaría la
adaptación de un manga shojo de Tetsurou Sayama y Chizuru Takahashi llamado “La
colina de las amapolas”, que serviría a Gorou Miyazaki para reivindicarse como
director tras el fallido intento de los Cuentos de Terramar, ya en esta
instancia contó con el apoyo de su padre.
Kokurikozaka kara
Nos situamos en el Japón de 1963,
aún resentido por las consecuencias de la Guerra de Corea, y a un año de los
Juegos Olímpicos de Tokyo.
Umi Matsuzaki es una jovencita
laboriosa de fuerte personalidad, ella realiza varias labores la pensión para
mujeres solteras que regenta su abuela, cuidando además de sus hermanos menores.
Todos los días ella iza banderas que se ven desde el mar (ya que la gran casona
queda sobre una colina fácilmente visible en la costa), con mensajes para su
padre, capitán de barco fallecido en la guerra de Corea.
En medio del receso de clases,
una noticia es difundida por todos los miembros de la casa Club “Quartier Latin”
(Barrio Latino), la casa club va a ser demolida y construida a nueva, por
motivo de la ordenanza de renovación edilicia del gobierno a causa de los
Juegos Olímpicos.
Mientras que uno de los miembros del club de periodismo, Shun
Kazama se lanza desde el techo a modo de demostrar la causa heroica de defender
el viejo edificio. Esto alarma a Umi, que va a su encuentro cuando cae en un
estanque, resultando en el inicio de un tumultuoso romance y la dura defensa
del viejo Quartier Latin.
La película pasa a ser un
culebrón amoroso con un dinamismo en su trama, que en su hora y media no nos
despega del asiento. Hermosa en el arte, cómica en situaciones de la casa club,
dramática en la relación que se forma entre Umi y Shun, no nos suelta hasta el
mismísimo final. Hermosa y bien dirigida, uno se asombra que hayan tenido al
mismo director que Gedo Senki, notándose el apoyo de producción de Miyazaki
padre en esta ultima obra. Una muy recomendada, un 9/10.
En el año 2013 vendrían dos
estrenos del estudio de manos de Miyazaki y otro de Takahata, así como
sucediera en 1988.
The Wind Rises llegaría el 20 de
Julio con una fórmula que a Miyazaki le gusta mucho, y que incluso inspira el
nombre del estudio: los aviones. Basada en la novela “El viento se levanta” de
Tatsuo Hori, la cual entremezcla parte de la biografía propia del novelista y del
diseñador de aviones caza de la Segunda Guerra Mundial, Jiro Horikoshi. Siendo esta
la última película que hiciera en el Studio Ghibli antes de retirarse del mismo,
dirigida a un público adulto.
Kaze Tachinu
Corre el final de la primera
guerra mundial, un niño de clase alta llamado Jirou Horikoshi que por su miopía
no podrá conducir aeronaves sueña en cambio con construirlas, es así que por
medio de una revista “en inglés” conoce el trabajo del conde Giovanni Battista
Caproni, un importante ingeniero aeronáutico Italiano, con el cual comienza a
verse en sueños, sirviéndole de inspiración para su futuro.
Pasan los años, la primera guerra
ya ha finalizado, Jirou ya es un joven adulto. Viajando en tren hacia el
instituto de formación en aeronáutica de la Universidad de Tokyo, surge un
contratiempo: el terremoto de Kanto de 1923; él no dudará en ayudar a una
jovencita y su empleada, la cual se ha torcido el pie, sin saberlo, esta
jovencita cobrará mayor relevancia en su vida años después.
Finalmente sería reclutado como
ingeniero en la “Mitsubishi Heavy Industries”, para construir el caza perfecto,
la aeronave con la mejor estructura, y él se encargaría inicialmente de sus
alas. La historia avanza con un Jirou adulto, obsesionado con la aeronáutica,
para ello seguirá especializándose y estudiando, en tanto su vida comienza a
pasar por muchos cambios inesperados.
Como una obra histórica resulta
enriquecedora, nos llevará por algunos de los sucesos más relevantes, ya sean
propias de la historia Japonesa, o más en general tocando la globalidad de las dos
grandes guerras. La película es
excelente para un público maduro, presentándonos dos facetas, por un lado la
vida del verdadero Jirou Horikoshi reflejada en el trabajo aeronáutico que se
muestra en la obra, siendo la parte romántica tomada de la vida del novelista
Tatsuo Hori, dándonos así dos caras de una misma época vivida por los
japoneses. Una obra muy recomendada 10/10 para ser visto con un ojo objetivo, siendo
una parte de la historia que sectores gubernamentales del Japón quieren
olvidar, y que lamentablemente a pesar de la excelente critica internacional
que tuvo, no recibió el Oscar al enfrentarse con una película de Disney, cosa
que también sucedería el año siguiente con la princesa Kaguya.
El 23 de Noviembre del mismo año
llegó “El cuento de la princesa Kaguya”, basada en la leyenda japonesa del
Cortador de bambú, dirigida por un Isao Takahata que gustó de probar distintos
estilos de arte durante toda su carrera (tomemos en cuenta que también dirigió
los éxitos mundiales de Heidi y Marco, entre otras obras antes de la fundación
de Ghibli), rumoreándose que también marco un cierre del director en la
industria de la animación.
Kaguya-hime no Monogatari
La historia da comienzo con un
cortador de bambú en una pequeña aldea, él encuentra un brote fuera de lo común
que crece hasta abrirse frente a sus ojos, dentro del brote surge una pequeña
princesa de diminuto tamaño, quien no habla, pero con su sonrisa él considera
que es un regalo de los dioses, decidiendo llevarla a su casa.
En su casa, su esposa decide que
deben de cuidarla, en tanto la preciosa princesa cambia de forma al tamaño de
un bebé recién nacido. Extrañamente a pesar de ser una mujer entrada en años,
la esposa del cortador de bambú comienza a dar leche. Mientras la princesa
crece a un ritmo acelerado, regalos comienzan a llegar en otros brotes tales
como oro o kimonos de finas sedas, siendo ella sobreprotegida por sus padres
que consideran que fue enviada por los dioses para convertirse en una princesa
en la tierra.
La animación es espectacular,
dibujada enteramente a mano, notándose claramente los trazos y bruscas
pinceladas en momentos memorables de la película. La trama con un ritmo lento
pero aun así atrapante con su animación nos absorbe en medio del relato,
mientras que los padres adoptivos de la princesa no terminan de comprender ni
la situación ni los sentimientos de ella. Esta fue una de las últimas obras del
estudio, con ganancias que llegaron a la mitad de los altísimos costos de
producción, a pesar de la excelente recepción que tuvo por parte de la crítica,
no así fue tan favorecida por el público en general como si lo fue “El viento
se levanta” de Miyazaki en el mismo año. Una película que por su belleza
artística es más que recomendada, otra 10/10 que no se pueden perder.
En el año 2014 llegaría la última
película del estudio, y la última adaptación de quien también dirigió Arrietty:
Hiromasa Yonebayashi (ya que luego del estreno anunció su retiro de
Ghibli). La adaptación de Joan G.
Robinson “Cuando Marnie estuvo allí” bajo el título en japonés:
Omoide no Marnie
Anna es una jovencita con muchos
problemas para relacionarse con sus compañeros de clase, prefiere apartarse y
dedicarse a sus dibujos, un día padece un fuerte ataque de asma que la lleva a
hacer reposo en su casa, cuando lo peor pasa el médico le sugiere a su madre que
ella debería pasar un tiempo alejada de Sapporo, viajar al campo para que su
salud mejore.
Anna no tiene inconveniente con
esto, supone que es una molestia para su madre adoptiva y prefiere el convivir
con unos tíos alejada de una ciudad que aparentemente no la aprecia. Es así que
los joviales Ooiwa la reciben en su casa como si fuera su propia hija, animándola
a salir y realizar actividades muy a su pesar, pero aun así ella no parece disgustarse
con su afecto y decide salir a dibujar en la orilla del “pantano”.
Desde la orilla del pantano se
puede ver una hermosa mansión de estilo europeo, que con la marea baja Anna consigue
llegar hasta la mansión para descubrir que está cerrada y hace mucho tiempo que
no tiene quien la habite… Sin embargo la sorpresa llegará a cuando descubra que
en la noche la mansión cobra vida, y en ella aparezca Marnie, una alegre y
hermosa jovencita decida adoptarla como su amiga, iniciando así una amistad
entrañable, pero albergando un gran misterio.
Una película hermosa, con una
animación muy destacable, la historia de Anna y Marnie llegará a conmoverlos y
los transportará en casi 2 horas a resolver todos los misterios que esta
relación despertará. Una destacada producción del estudio que se siente algo
lejana en esencia a todo lo que anteriormente nos había presentado, se lleva consigo un 10/10.
Aún no se sabe la situación en la
que se encuentra el estudio, las últimas noticias han sido desalentadoras tras la “jubilación” de Miyazaki,
ya que algunos miembros del staff se han retirado después de estas últimas dos producciones que no sobresalieron en números de ganancias, de momento se sabe que
están teniendo una reestructura y que el estudio todavía no apaga su llama. Mientras tanto en Japón su museo sigue siendo una gran atracción para los fans de sus películas.
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