Autor: David Levithan
Año: 2013
Páginas: 196
Sello editorial: V&R Editoras (versión kindle)
El pasado 28 de Junio fue el Día Internacional del Orgullo LGTBiqa,
un día en el que se recuerdan los incidentes de Stonewall, de una época de gran
intolerancia, de violencia hacia la comunidad gay, y además donde esos
incidentes marcaron un antes y un después en el proceso de reclamo de igualdad,
cosa que al día de hoy todavía se toma con pinzas a pesar de que hayan pasado
casi 50 años. Por todo eso, decidí acompañar las celebraciones leyendo un libro
que tenía pendiente y que hacía un tiempo que quería leer: “Dos chicos
besándose”
Cuanto transmite este simple
título.
Para muchos probablemente sea un
título que los haga salir corriendo por la punta y alejarse, pero para otros
como yo, probablemente sea un título que los atraiga con esa simple fórmula que
tanto dice: un beso, dado por dos chicos.
Harry y Craig son dos
adolescentes que, atravesados por distintas vivencias e indignados con una
sociedad discriminadora y agresiva, deciden transmitir un mensaje rompiendo un
Record Guinness, el del beso más largo.
Un beso dado entre heterosexuales
probablemente sería motivo de orgullo y de alegría entre los moradores de una
pequeña ciudad estadounidense, pero con dos chicos besándose la cosa es
bastante diferente, como si se rompiera alguna moralidad que debiera ser
detenida por la policía, como si se nos trasladara a ese 1969 de Stonewall
donde ser gay estaba prohibido por ley.
Los demás protagonistas de esta
historia están compuestos por otras dos parejas gays, y dos chicos solitarios,
que no tienen necesariamente conexión con los chicos del beso. Todos ellos
distintos entre sí, viviendo diferentes realidades familiares, algunos desde el
apoyo, otros desde la ignorancia, y los más sufridos desde la desdicha de no
ser apreciados por sus propios padres.
Justamente este libro por medio
de numerosos personajes nos intenta transmitir la intolerancia que al día de
hoy vive la comunidad LGTB. Y quien
se encarga de narrarnos esta historia es un espíritu, un alma que representa
una generación gay que falleció a principio de los ’90 a causa de una
enfermedad terrible, de la cual poco se sabía y todos temían en la ignorancia:
el Sida.
“Fue una deliciosa
ironía: justo cuando ya no quisimos matarnos, comenzamos a morir. Justo cuando
nos sentimos fuertes, la fuerza nos fue arrebatada.”
Este narrador será como una
tercera voz, que nos narra en presente lo que ve de los jóvenes, y que los
acompaña desde la impotencia, comparando y contándonos sus propias vivencias y
las de sus amigos que probablemente estén ahí, en silencio, observando a esos
jovencitos.
El relato es estremecedor en
numerosas partes, principalmente en el medio, donde se dan las mayores
revelaciones. Es emocionante hasta las lágrimas y tuve que reprimirlas en un
viaje en ómnibus para que no me vieran raro, porque realmente estaba acongojada
por lo duro del relato, ya que es probable que lo que se relataba fuera vivido por
muchas personas tanto en el pasado como hoy en día, dado que los protagonistas
tendrán que sobrevivir en comunidades pequeñas donde los odios y los “ascos”
son rotundos y dolorosos, dignos de mentes cerradas de siglos pasados.
Como detalle a este último
comentario, el autor hace una aclaración en sus agradecimientos finales en los
que nos cuenta que efectivamente tomó algunos casos reales para crear este
libro, por lo que no es de extrañarse de que se sienta tan tangible estas
historias.
Sin dudas este fue un libro
hermoso, me llevaba a leer más de lo que mi mente cansada podía, porque
realmente quería saber cómo iba a continuar la historia de estos 8 jovencitos;
me había compenetrado con sus historias, con sus penas y sus alegrías, al punto
de quedarme con un nudo en el pecho por la duda de cómo iban a seguir después
de sus distintos finales, porque ese espíritu
no me iba a contar nada más.
Es un libro cortito, más que
recomendable, especialmente para todos aquellos quienes acompañen y luchen por los
derechos LGTBiqa, porque no es necesario ser gay, trans, intersexual o
asexuales para acompañar a esta comunidad que tanto ha sufrido en estos años.
“Dos chicos
besándose. Ustedes saben lo que eso significa. Para nosotros, era un gesto tan
secreto. Secreto, porque teníamos miedo. Secreto, porque sentíamos vergüenza.
Secreto, porque era una historia que nadie contaba.”
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